Thursday, January 14, 2010




DAMARIS

Siempre un paso adelante

Por Gabriel Espinoza Suárez


Cautivó al público y al jurado del Festival de Viña del Mar (2008) con la canción “Tusuy Kusun”, mezcla de música andina, folclor afroperuano y pop electrónico. A su vuelta a Lima, tuvo a todo el Perú a sus pies. Y es que su arte resume lo mejor de nuestra cultura y abre la posibilidad de proyectarnos al mundo con orgullo.



Ojos color café. Mirada inteligente. Bella. Es fácil escucharla. A Damaris le gusta hablar de fusión, de mezcla. No le faltan motivos: el año pasado ganó dos Gaviotas de plata en el Festival de Viña del Mar con el contagiante techno-carnaval (o carna-tronic) llamado “Tusuy Kusun”. Después, esa misma canción, cantada en quechua y castellano, fue el himno de la V Cumbre América Latina, El Caribe y la Unión Europea (ALC-UE) y conquistó a los mandatarios de 60 naciones reunidos en Lima. Como si fuera poco, su disco Mil caminos, caracterizado por conciliar lo ancestral con lo moderno, fue nominado al Grammy Latino.

Le preguntamos qué música escucha. Nos mostró su iPod. Tiene el último CD de Coldplay y casi toda la discografía de Madonna, Alanis Morrisete y Nelly Furtado. Pero cuando le preguntamos por la música que lleva en el corazón, nos responde sin demora: Victoria de Ayacucho (“Saywa”), Calandria del Sur, Walter Humala, Manuelcha Prado, K´jarkas y a los danzantes de tijera.

Y es que para ella la mezcla, la fusión, es un asunto cotidiano. “Soy conciente de mis raíces andinas, pero no me pongo fronteras”, afirma con naturalidad. Esa sensibilidad ha conquistado a gran cantidad de jóvenes que abarrotan sus conciertos. A nivel artístico, en esa misma ruta están Novalima, Bareto, Barrio Calavera, Jaime Cuadra, para no hablar de Micky González y su genial Inkaterra. Pero en este camino, Damaris siempre está un paso adelante.

¿Quién es esa chica?
El fenómeno de su masiva popularidad es de reciente data, a raíz del triunfo en Viña del Mar, pero la carrera de Damaris no empezó ayer. Nació en Huancayo, en 1986. Desde muy temprana edad participó en conjuntos musicales folclóricos. A los siete años tocaba el charango con la cantante Victoria de Ayacucho, a la sazón, su madre. Después alternó en los grupos peruanos Yawar y Tupay y en el Coro Andino Juvenil, con músicos de los países andinos.

Su debut como cantautora fue en el año 2001, cuando ganó el concurso Pepsi Chart con la balada "Por qué no estás aquí". En 2003, grabó su primer disco, Dame una señal, en Estados Unidos y después desplegó una vertiginosa gira de promoción por Washington, Virginia, New Jersey y New York. “Hasta ahí el círculo en el que me movía era el de la música andina y latinoamericana”, cuenta.

A su vuelta al Perú, terminó la secundaria y se propuso consolidar su formación artística. Llevó cursos de piano, armonía y composición en el Instituto Kodaly. Asimismo le agregó un ingrediente especial: estudió en el teatro en la Universidad Católica de Lima (TUC). Todo el esfuerzo desplegado, las horas que le robó al sueño o a la diversión, dieron finalmente fruto. A fines de 2007 grabó su segundo CD y, casi inmediatamente, se dio la oportunidad de participar en el Festival de Viña del Mar. Ya conocemos cómo terminó esa historia: todo el Perú de pie, bailando y cantando al ritmo de “Tusuy Kusun”. En Chile, el público apreció su propuesta innovadora, dominio de escena y su innegable versatilidad. Por otro lado, los periodistas chilenos se refirieron ella como “la linda peruana que le puso color a la Quinta Vergara”.


Evolución

“Mis primeras composiciones eran románticas”. Es decir, guitarra en mano y con el corazón enamorado. “Me gustaban mucho las canciones de Laura Pausini” admite risueña. De ello dan cuenta temas como “Déjame amarte”, “Triste y sola”, y “Primer amor”, que forman parte del disco Dame una señal. En ese CD también incluyó re-elaboraciones de temas tradicionales, como “Imillitay” (cuya versión original es del grupo K´jarkas”). Sin dejar de lado la sensibilidad social de temas como “Pukllay” (cuya letra dice:“Nuestro país renace, como trigo en las cumbres”).

Para el segundo CD, llamado Mil caminos, Damaris deja el estilo acústico y apuesta por la fusión. Música electrónica y folclor. De ahí que algunos temas alcancen una fuerza expresiva de marca mayor, como es el caso del tema homónimo y de “Tusuy Kusun” en los cuales el contrapunto de violín y cajón, con recursos electrónicos (loops y samplers), rompen esquemas.

“Para componer una canción, siempre parto de mi identidad, de mi raíz andina y después me dedico a explorar otros ritmos modernos”, cuenta. Esa experiencia es tan libre y gozosa que la puede llevar a combinar al Picaflor de los Andes con Aerosmith, a “Cotito” con el hip hop neoyorkino.

“Yo veo al Perú como una caja de llena de objetos preciosos. Mi camino es sacar a la luz esa riqueza y reinterpretarla”. Al final, afirma, todo puede armonizarse, porque la música es una sola. La humanidad es una sola.


Amor de madre
La madre de Damaris es una popular cantante folclórica llamada Victoria Porras. Su nombre artístico es “Victoria de Ayacucho”, aunque también es conocida como “Saywa”. El fino timbre de voz es la marca distintiva de sus canciones, en las que se aprecian temas tradicionales y creaciones propias con clara sensibilidad social. En su tierra, “Saywa” es tan querida que la han declarado Patrimonio cultural de Huamanga.
Madre e hija siempre han estado unidas por el cariño y el arte. Por ejemplo, el lanzamiento del primer disco de “Saywa”, llamado La nueva voz de Huamanga (1986) coincidió con el nacimiento de Damaris. Por su parte, en su primer CD, la hija le dedica a su querida madre la canción “Triste y sola”, que expresa la pena de no verla.
En la actualidad, cada una se dedica a su carrera de manera profesional. Pero es común verlas cantando y bailando en sus respectivos conciertos, una como invitada de la otra. Sus estilos son distintos, pero al verlas es innegable que comparten la misma simpatía y carisma.

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